Imitando a Berlusconi
Camps se escuda en el voto de los valencianos como una patente de corso
GONZÁLO LÓPEZ ALBA - 04/10/2009 08:00
Se veía venir, sólo era cuestión de tiempo. Como es costumbre, ha tenido que ser el más aventajado de la clase, el que más autoridad moral atesora, el primero en sacar la pancarta: "Que dimita Zapatero".
No satisfecho con enrocarse tras la muralla del 52% de los votos que el PP obtuvo hace poco más de tres meses en su feudo con motivo de las elecciones europeas, a las que él no se presentaba; ufano tras obligar a su jefe de filas nominal a recorrer 190 kilómetros para encontrarse con él en territorio neutral, haciendo valer la prenda del apoyo decisivo que le brindó en el congreso de la paella, Francisco Camps le ha birlado a Mariano Rajoy el eslogan y se ha descolgado exigiendo al presidente de Gobierno de España lo que él se niega a hacer en la Comunidad Valenciana: dimitir y convocar elecciones "cuanto antes".
Hace poco más de un año, hacia la primavera de 2008, después de haber ampliado la mayoría absoluta del PP en las elecciones autonómicas, sus propagandistas bautizaron a Campscomo el "bólido de las urnas" y "el virrey". Muchos, dentro y fuera de su partido, lo veían como un sólido aspirante para sustituir a Rajoy, que aún tenía atragantada la hiel de su segunda derrota frente a José Luis Rodríguez Zapatero. Curiosamente, algunos rasgos de la trayectoria del barón valenciano evocaban la del líder socialista: un joven político profesional que comenzó su carrera desde los escalones más bajos de la militancia; con inteligencia para colocarse en el mejor lugar y dejar que sean otros los que lo postulen para asumir más altas responsabilidades; con una sonrisa perenne utilizada como arma de seducción y defensa, y con la astucia necesaria para desarticular las estructuras de poder heredadas sin que nada se desmorone.
La telaraña
Pero, como advirtió Yasmina Reza en su retrato de Nicolas Sarkozy (El alba la tarde o la noche), el político es "al mismo tiempo el jugador y la apuesta". Camps tenía el mejor juego y la postura más potente. Al igual que Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz-Gallardón, podía poner sobre el tapete de Génova sus millones de votos, pero sin levantar las suspicacias que provocan entre los suyos los madrileños. Y, en esto, apareció el sastrecillo valiente y salió a la luz la telaraña de las amistades peligrosas.
Tienen las telas de araña la singularidad de que todo el esfuerzo se invierte en su confección. Una vez tejidas, permiten atrapar a la presa sin tener que gastar energía en la caza, de modo que resultan un instrumento recolector tan eficiente como económico. Además, están sus redes hechas de seda y "en todas las historias que se cuentan sobre la seda encontramos siempre traiciones, infamias y mucha, mucha ambición", como señala Huda Barakat (El labrador de aguas), estudiosa de esta fibra natural que tantas pasiones de todo tipo desata. Por algo será que la mariposa de la seda sólo pone sus huevos en la oscuridad, que también es el hábitat natural de la araña.
Ahora que empieza a llamarse a la telaraña de Gürtel "la Filesa del PP", conviene recordar algunas diferencias con el escándalo de financiación ilegal del PSOE que estalló en los años noventa. En el caso socialista, la olla podrida la destapó un empleado con apellido de futbolista holandés que vendió a los medios de comunicación documentos robados para satisfacer sus ansias de venganza y dinero, mientras que en el del PP todo ha surgido a partir de la denuncia de dos militantes, a los que como tales se presume patriotismo de partido. En Filesa, la relación personal con los tramoyistas se cortaba en los responsables políticos de las finanzas socialistas, mientras que Álvaro Pérez, El Bigotes, es amigo personal de Francisco Camps, por más señas sucesor del insigne político que llegó a ser el portavoz del Gobierno de España después de confesar que estaba en política "para forrarse". En el caso socialista, está acreditado que ni una sola peseta fue a parar a los bolsillos de los responsables políticos, mientras que la sombra del enriquecimiento personal es más que una sospecha en el caso del tesorero del PP, Luis Bárcenas, nombrado directamente por Rajoy.
De los trajes está todo dicho. Para alguien que se confiesa creyente y de misa dominical, mentir debería ser algo de extrema gravedad, incluso si se trata de un político que encaja en al arquetipo definido por Yasmina Reza: "Un político no se juega la existencia, sino algo más importante: la idea que se ha hecho de ella".
Perversión democrática
La moderna historia política de España advierte de que cuanto más intenso es el enroque partidista, más estrepitoso es el desmoronamiento y más lenta la recuperación del crédito ciudadano.
La estrategia de defensa del PP, sustentada en poner bajo sospecha a policías, fiscales y jueces como presuntos instrumentos de una persecución política orquestada desde los centros del poder gubernamental entraña un insoportable riesgo de berlusconización, esa perversión de la democracia que lleva a interpretar los votos recibidos para desarrollar un programa en beneficio de los ciudadanos como una patente de corso. A su modesta escala, Camps incluso maneja como Berlusconi una televisión capaz de traducir la entrevista de Alarcón como una reunión de estadistas para buscar soluciones a los problemas de los españoles. Pero, incluso con los focos amigos de Telecamps, el presidente valenciano apunta el destino de la polilla de cera, ese animalillo alado que, cuando vuela hacia las lámparas y parece tocar el fuego, se abrasa completamente.
¡Y Zapatero, sin dimitir!
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