divendres, 9 d’octubre del 2009

Camps quería que la trama le arreglara una foto con Obama

Camps quería que la trama le arreglara una foto con Obama

"Yo sé que Paco no lo olvidaría jamás, porque le conozco", aseguró El Bigotes

M. Á. MARFULL - MADRID - 06/10/2009

El alcance de la trama corrupta desmantelada por Garzón no conocía fronteras. La fe del presidente valenciano, Francisco Camps, en la capacidad de sus cabecillas, tampoco, según se desprende de las conversaciones intervenidas por la Policía. El 7 de noviembre de 2008, Álvaro Pérez, El Bigotes, trasladaba al número dos de Correa, Pablo Crespo, su escepticismo ante el último deseo de Camps: una foto con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

El Bigotes está hablando con Crespo cuando otro de los imputados en la trama, el abogado Manuel Delgado, se une a la conversación. Según la transcripción que figura en el sumario le dice "que le advirtió ayer a Paco [Camps], hablando por la noche, que sentarse con Obama, ahora, es imposible; que hay en el planeta 500 o 500.000 tíos importantes que se quieran sentar con Obama".

A cambio, El Bigotes le ofrece a Camps un encuentro con Bill Richardson, gobernador de Nuevo México "porque es muy amigo de un amigo mío".

"Yo sé que Paco es una de esas cosas que no olvidaría jamás en la puta vida, nunca, porque le conozco, y entonces para mí sería la hostia y para nosotros en general".

El presidente valenciano, sin embargo, no se resigna: "Lo que quiere, lo que le gustaría es la foto con Obama admite El Bigotes; para él es importantísimo".

Un día más tarde, al habla con Crespo, El Bigotes le cuenta que "El Curita apodo con el que conocen a Camps le ha llamado "por lo de Richardson". Ante la frustración del líder del PP valenciano por su foto imposible con Obama, El Bigotes le replica realzando el valor de su alternativa: "Vamos a ver ¿Tú qué te crees? ¿Que Richardson es un presidente como los de aquí, de cualquier autonomía?"

Un mes después, el 16 de diciembre, Camps viajó a Nuevo México y se entrevistó con su gobernador. La gestión, sin embargo, dejó extenuado a El Bigotes, que había confesado poco antes a Delgado un deseo: jubilarse "y dejar de aguantar a políticos, porque es la hostia".