divendres, 25 de setembre del 2009

La sombra que persigue a su señoría De la Rúa


Jesús Maraña

Es lo que tienen las sombras. Persiguen a los cuerpos mientras haya sol, vayan a donde vayan y por mucho que corran. A Juan Luis de la Rúa, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, le persigue la sombra de su más que sospechosa actuación en la rama valenciana del ‘caso Gürtel’. En lugar de abstenerse por la pública y notoria amistad que le une a Francisco Camps, se mantuvo al frente del tribunal que juzgó el bochornoso asunto de los trajes. Primero dictó un auto insultante en respuesta a la acusación popular ejercida por los socialistas, que le pedían investigar la contabilidad de las empresas de Correa y El Bigotes. De la Rúa no sólo se negó, sino que calificó aquella pretensión como “una especie de batida de montería”. No le interesaba en absoluto saber si esas empresas recibían o no contratos otorgados por los mismos altos cargos del PP a los que El Bigotesregalaba trajes a medida. Tampoco le interesaron, al parecer, los detallados informes que la Fiscalía Anticorrupción le envió el 31 de julio, tres días antes de que De la Rúa firmara el archivo de la causa contra Camps, no sin resignarse a que el propio auto demostrara que su amigo Camps había mentido. Entre esos documentos figuraban pruebas que implican a la cúpula del PP valenciano en una red de financiación ilegal. De la Rúa se limita a pulsar la tecla “reenviar” para devolver a Madrid esas cosas tan feas que pueden ensuciar su preciosa amistad con Camps.

La sombra es pesada y De la Rúa no consigue despegarse de ella. Como tampoco lo conseguirán quienes en su día no le recusaron o quienes desde el Poder Judicial han preferido guardar silencio.